A menudo se considera al sonidista como un(a) técnico(a)/ingeniero(a) cuya labor principal es operar y mezclar las señales que ingresan a su consola, para luego distribuirlas a distintas fuentes u objetivos. Ya sea el PA en el caso de los sonidistas de sala (en conciertos en vivo), televisión y radio para los sonidistas de broadcast, y para los monitoristas, monitores de piso o in-ears. Este enfoque ideal, donde el profesional se dedica exclusivamente a una labor específica, es un objetivo que muchos desean pero que no siempre es posible lograr.

Mauro Godoy en su charla sobre ingenieros de monitores mencionó: “Los shows en vivo están diseñados para que algo falle”. Y es cierto, desde micrófonos inalámbricos que dejan de funcionar, amplificadores de guitarra o bajo que se apagan, hasta problemas con in-ears, cambios de última hora, e incluso detener el show por alguna falla importante la cual debemos comunicar urgente a la audiencia. Todas estas situaciones y posteriores soluciones pasan por las manos del sonidista de monitores, quien tiene un rol intermedio entre el escenario y el FOH, así como entre los músicos y los técnicos, convirtiéndose en una pieza vital.

Durante estos años trabajando en escenarios, tanto como roadie y sonidista, la solución de problemas ha sido mi mayor interés y preocupación. Desde contar con equipos de backup para todo, colocar varios cables juntos para facilitar cambios rápidos, asegurarme de que la afinación sea estable en instrumentos de cuerda y percusión, buscar la mejor posición del micrófono para la comodidad del músico y que capture el sonido de la mejor forma para los sonidistas, e incluso la estética y el orden del escenario, detalles pequeños pero importantes en mis tiempos como técnico de escenario.

Desarrollé esto de manera más profunda cuando comencé a operar consolas, primero como ingeniero de monitores ocasional para bandas como Villa Cariño y Saiko, que me enfrentaron a problemáticas distintas como la importancia de los patch y cableado por todo el escenario, el cual requería una rigurosidad y cuidado para que las bandas pudieran diseñar su planta de escenario con un orden coherente. A la par, tuve que aprender sobre las distintas consolas que había en el mercado, lo que eventualmente me permitió demostrar mis capacidades como sonidista para diversas bandas y por qué merecía estar en esa labor.

En un principio, me preparé para hacer mejores mezclas de pisos y audífonos, escuchando música, probando micrófonos y diferentes equipos, hablando con otros sonidistas y probar distintas técnicas. Pero a medida que pisaba más escenarios, me encontraba con más problemas: equipos deteriorados, mal configurados, o fichas no cumplidas por parte de la producción, ya que en pocas ocasiones se les entregan las mejores condiciones a las bandas emergentes o teloneras, por lo que muchas veces hubo que solucionar de manera creativa las situaciones que se iban presentando. Estos desafíos me obligaron a aprender sobre RF (radiofrecuencia), a configurar consolas, no solo como operador de bandas, e incluso también, cablear escenarios con configuraciones de patch más grandes para apoyar a las bandas y empresas proveedoras cuando no daban abasto con tanto trabajo y poco personal. Esto me permitió entender que en un concierto, lo más importante no es tu banda ni la cabeza de cartel, sino el show completo que el público va a disfrutar. Por todo esto, ningún área ni banda puede fallar y todas merecen demostrar calidad para el espectador. Eso me motivó a seguir aprendiendo y a compartir conocimientos con mis colegas.

No solo era importante saber lo técnico, faltaba la comunicación fluida. Cuando me uní a la banda de Denise Rosenthal (2014), aprovechamos el uso de audífonos e implementamos talkbacks para la comunicación entre la directora musical, la sala y monitores, permitiéndonos coordinar todos los movimientos del show. Luego agregamos al técnico de secuencias y otro micrófono al lado contrario del escenario, así cubrimos todos los flancos. Años después, con Santaferia (2017), implementamos lo mismo, pero manteniendo los talkbacks como canales siempre abiertos para que cuando me hablaran o yo hablara con los técnicos, no se interrumpiera mi escucha en ‘solo’ de algún canal o mezcla específica, pudiendo trabajar en la consola y hablar en cualquier momento.

Destaco además, que viví el proceso de roadie con señas, en donde con ingenio realizábamos señas específicas para comunicar distintas situaciones o necesidades en el show. Hoy creo que hay algunos escenarios y bandas en donde es imprescindible la rapidez y fluidez del mensaje que permiten los talkbacks, ya sea por la cantidad de información que se necesite transmitir o por la cantidad de músicos que estén en el escenario. Sin embargo, también creo que hay bandas que no necesitan tanta comunicación y que por señas es más que suficiente para llevar a cabo su show.

Con la banda De Saloon, y anteriormente con Santaferia, tomé la dirección completa del escenario, coordinando el check de canales en el cual cada técnico, a través de un sistema de in-ears, escuchan mis instrucciones, avisos del sonidista de sala y una mezcla base de todos los instrumentos, ya que en esos momentos necesito que todos puedan escuchar e identificar un error o problema que surja en caso de que yo esté solucionando otra situación. De esta manera, podemos coordinar soluciones rápidas y efectivas.

La consola de monitores se ubica de forma que desde ella se pueda ver directamente a la banda, también cerca del multipar y de los sistemas inalámbricos, logrando así, dirigir casi como un director técnico, todos los movimientos del escenario. Esto debe ser un trabajo coordinado de todo el staff, incluso en situaciones donde no hay visión directa, como por ejemplo, en eventos de cumbia, en los cuales muchas veces tenemos que ubicar la consola de monitores detrás del escenario o en otro lugar sin visión, en estos casos los roadies funcionan como ojos, por lo que la confianza en ellos es fundamental.

Si hablamos de eventos pequeños, con poca infraestructura y equipamiento, no es necesario usar micrófonos en todas las fuentes. Es importante recordar que nuestro trabajo es reforzar acústicamente y en este sentido, menos es más. Cuantos más micrófonos utilizamos, más problemas de fase se presentarán en las fuentes, evitemos

usar más micrófonos de los necesarios, ya que buscamos menos probabilidad de fallos y problemas. Si estamos en un bar o eventos cercanos al público, colocar micrófonos para todo no creo que sea la mejor idea, ya que por experiencia, sé que los músicos se escucharán mejor si reforzamos sólo lo necesario en vez de usar una extensa lista de canales.

Ya me he explayado bastante respecto a problemáticas, pero me gustaría abordar un tema más, volviendo al concepto de que menos es más y considerando que las condiciones no siempre son óptimas, puede ser por el espacio, equipamiento o una acústica compleja. Podríamos estar en un bar pequeño, con pocos micrófonos o canales a disposición, o también lugares gigantes con mucha reverberación, como el Movistar Arena, siempre aplico la misma lógica, creyendo además que no soy el mejor sonidista ni el más experimentado que logra mezclas increíbles, pero sí creo firmemente que menos es más. Entre más orgánico suene todo, mejor es para mi trabajo, por eso intento no procesar mucho los canales. Trato solo de ecualizar y no sobrecomprimir, limitándome a controlar dinámicas fuertes. Trabajo mucho, además, con los inversores de fase y delays en los canales y monitores para ajustar una fase coherente. No fuerzo mucho las ganancias, ni envío demasiado nivel o muchos canales a los músicos, ya que la verdad, no siempre quieren escuchar a todos, sino que quieren escuchar lo suficiente para interpretar su propio instrumento. Entre menos micrófonos envíe, menos problemas de fase, menos enmascaramiento y más inteligibilidad se logra. Mi experiencia me indica que el músico no siempre necesita escuchar como el disco” en sus audífonos. El músico desea tocar cómodo, y la comodidad muchas veces consiste en escuchar claro su instrumento y un poco de la referencia de su compañero. Todo lo anterior, sumado a la confianza en sus técnicos, que resolverán cualquier problema, es la combinación ideal sobre el escenario. La banda, el staff y los proveedores trabajando juntos son los que hacen que un show salga adelante.

 

Reseña de autor:

Leo Manquean, ingeniero en sonido con 13 años de experiencia en el rubro como roadie, stage manager, ingeniero de monitores, de sala y de secuencias. Con una amplia trayectoria en escenarios nacionales e internacionales con bandas como De Saloon, Cami, Santaferia, Denise Rosenthal, Consuelo Schuster, Saiko, La Combo Tortuga, Drefquila, entre otros. Ha realizado giras por todo Chile y en países como EE.UU., México, Colombia, Argentina y España. Dedicado de lleno a las soluciones técnicas, se ha certificado como operador de consolas Avid Venue en Bogotá, Colombia, como usuario de Protools 10, entre otros, además de llevar a cabo un constante estudio autodidacta del MIDI, secuencias y sincronización de espectáculos.

1 comentario

  • Cristian varas
    • Cristian varas
    • 26 septiembre 2024, 17:16

    Gracias por las enseñanzas , menos es más

    El profe Leo un gran profesional con un corazón humilde 🫡

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