El siguiente texto fue elaborado a partir de entrevistas a 11 mujeres y disidencias del rubro de la iluminación escénica, diseñadoras y técnicas, de Santiago y de otras ciudades de Chile.
Quienes trabajamos en el rubro del espectáculo conocemos lo especial que es nuestro trabajo. Es una experiencia colectiva de alta exigencia e intensidad, dentro y fuera del escenario y sus funciones tienen implicancias en la emoción, la conexión y la diversión, donde confluyen distintas disciplinas técnicas: sonido, iluminación, audiovisual, entre otras. La iluminación escénica, una de las aristas principales, es un oficio que requiere tanto de sensibilidad como conocimiento técnico. Es un trabajo maravilloso, pero muy desconocido y poco común.
Los iluminadores escénicos en Chile son pocos. La primera vez que escuché sobre el oficio fue en la carrera de Diseño Teatral de la Universidad de Chile, donde me formé profesionalmente. No lo consideré en un principio y no me veía ejerciéndolo porque no sabía nada de electricidad, pero sí sabía otras cosas como usar una máquina de coser o dibujar. De todas maneras era evidente mi fascinación por la luz y su función escénica. Por suerte, al avanzar y ver por primera vez a iluminadoras trabajando, mi percepción fue otra.
1—ILUMINAR EL CUERPO Y NARRAR CON LUZ
Para llegar a ser iluminadora en Chile los caminos los hay tan diversos como hay personas. Fuera de quienes estudiamos la carrera, hay arquitectas, fotógrafas, bailarinas, actrices, eléctricas, músicas. En cuanto al oficio de la iluminación en particular, en lo que la mayoría coincide es en que somos principalmente autodidactas.
Mi experiencia se repite en las demás respecto a los inicios: aprender en el hacer, preguntando a los técnicos que fui conociendo en distintos teatros o eventos, buscar información en internet y viajar a distintos lugares a tomar formaciones.
En los testimonios aparecieron nombradas distintas escuelas y organizaciones: la carrera de Diseño Teatral, TRAMA, ADTRES, la escuela TRADE en Madrid, ESTAE en Barcelona, IFOE plataforma online de Argentina, y la especialización en iluminación en la Universidad de Yale.
Con los años ha aumentado la accesibilidad a los conocimientos de la luz y la electricidad. Una compañera comenta: “En el momento que empecé a trabajar ya profesionalmente en 2007, sinceramente no había –o yo no conocía— otras mujeres que trabajaran en el rubro. (...) En ese momento no existían tutoriales en español ni nada, no había marcas que te certificaran acá. (...) Luego de unos años me invitaron a certificarme en MA en Alemania. Yo pagué mi pasaje (...) Tuve un training de 3 días, la clase era en Alemán y con compañeros de teatros de allá.”
En los testimonios aparecen nombres de lugares o personas que no reconozco, como “Teatro del Parque”, la “Pipo” de la productora Órbita. O cosas que no viví, como hacer planos en Paint. Aprender haciendo, buscar las oportunidades. Fantaseo con la historia de las iluminadoras escénicas en Chile.
2 – POR MUCHOS AÑOS FUI LA UNICA MUJER EN MI EQUIPO DE TRABAJO
“Desde que empecé siempre me tocó trabajar rodeada de hombres, era la única mujer y la más chica. Era muy difícil encontrarse con mujeres en el ámbito técnico, en teatro sobre todo. Siempre era la única mujer, en todo contexto. Por muchos años.”
Hago el ejercicio de contar con cuántas mujeres o disidencias me suelo topar en mi espacio de trabajo. Concluyo que en general es una o ninguna. En las entrevistas a mis compañeras veo que estos números se repiten, independiente de si es teatro o conciertos, los principales rubros en los que trabaja la mayoría.
Observando las principales salas de la capital, en Teatro UC, este año por primera vez desde que el teatro abrió en 1946, se hizo parte del equipo técnico a una mujer. Salas como GAM, Ceina, SCD Bellavista, Corpartes y Teatro La Cúpula, han tenido en su equipo a una generalmente, o máximo 2, mujeres o disidencias en el área de iluminación. En 2021 tuvimos la primera presidenta del Sindicato de Técnicos del Espectáculo (SINTECES).
Un ejemplo de esto es que en la ciudad de Concepción actualmente hay solamente dos mujeres o disidencias de las que tengamos información. En palabras de una de ellas “(...) A veces trabajamos juntas o nos reemplazamos, pero por montaje casi siempre estoy sola.”. También el caso puntual de una compañera que vive en el sur: “Vivo en Pucón hace 2 años (...) me ha costado levantar el oficio, porque no hay mucha pega en el rubro. No conozco a otras iluminadoras, ni a muchos iluminadores tampoco. Me ha tocado conocer a mucha gente que ha tenido que aprender a ocupar focos o consolas para poder parchar.” La mayoría comenta que ser mujer no les significa una carga mayor al desarrollar sus labores. “En mi espacio de trabajo soy la única técnica, pero eso también responde a que las condiciones son precarias, puesto que el equipo técnico en su totalidad está compuesto por 3 personas. “
Existe también un disfrute en relación a nuestro oficio, en la fascinación por las posibilidades que da la luz y la disposición a aprender de quienes llevan más años. A pesar de esto, coincidimos en que es un rubro que está masculinizado; en él priman lógicas de lo masculino, independiente del género de quienes trabajen. Sin lugar a dudas, mujeres y disidencias somos minoría. Considerando todo lo que nos gusta nuestro trabajo, más de una colega comenta algo similar a “(...) en la primera impresión tenía que dejar claro que me manejaba en el tema para recibir el mismo trato que mis compañeros”. Me identifico inmediatamente. Pienso que es un problema profundo y sistemático, de carácer histórico.
3 – QUE ESTÉN LAS CONDICIONES PARA HACER UN BUEN TRABAJO Y TAMBIÉN LAS CONDICIONES PARA QUE NOS SINTAMOS BIEN
Respecto a la sensación de igualdad de condiciones, hay varias opiniones. En cuanto al tema de la fuerza, un ámbito principal en el oficio de la técnica en iluminación, una compañera comenta: “Eso no era problema para mí. Cargaba camiones igual que todos y desarrollé la fuerza necesaria, mental y físicamente, para poder hacer todo lo que los demás hacían sin problema.” Otro comenario al respecto fue: “(Cuando empecé) me vinculé con el circo, quería ser iluminadora así que me puse a entrenar tela para familiarizarme con el trabajo en altura y poderme mi propio peso, hasta que me sentí segura”.
A pesar de que cada cuerpo es distinto, las mujeres o disidencias solemos ser prejuiciadas. Hay un evidente sesgo cultural al respecto. “En un comienzo si hubo incomodidad desde mis colegas, ya que no creían que fuese capaz de hacer la pega. Esto me ha pasado toda mi carrera.”
Esto suele verse más o menos así: aunque lleves 2 años haciendo algo tan cotidiano en tu trabajo como mover la escalera, sigue sucediendo que colegas externos te ofrecen ayuda, y a tus compañeros no. Y no solamente en lo que respecta a la fuerza. Cuando a tu equipo le toca dialogar con un colega, se dirigen a tus compañeros primero, antes que a ti. En tu equipo tus compañeros reciben su sueldo líquido y tú lo recibes bruto; solo por nombrar algunas de las problemáticas que fueron descritas.
A medida que avanzo me aparecen más preguntas, en cuanto a distintos ámbitos. ¿Se exige la paridad en los espacios donde trabajan las iluminadoras? ¿Hay leyes de protección para iluminadoras que son mamás? Y si no hay leyes, ¿está la disposición por parte del equipo que la rodea?, ¿Y si ni siquiera trabaja con contrato?
“En 2010 (...) mi hijo tenía 5 años, y lo peor para mí lejos era la forma de trabajo. Los baños, las jornadas eternas, las salidas tarde, el trabajo muy pesado y muchas veces muy mal pagado... ser mujer y madre en ese contexto fue muy difícil, pero quería mucho aprender y aquí no había escuelas, por eso decidí conscientemente atravesar eso.”
El sesgo aparece también en otras situaciones que hemos tenido que vivir en nuestros espacios de trabajo. ¿A mis compañeros les dicen mi niño sus colegas de mayor edad? ¿Les ofrecen números de teléfono personales, sin pedirlo? Una de mis colegas lo expresa muy claro: “(...) Creo que por eso igual me exigí aprender la técnica, ‘pa no tener que andar aguantando a las personas desagradables cuando aparecen.”
Otra comenta: “En un momento me desmoralizaba un montón ese tipo de actitudes. (...) Empecé a viajar y vi cómo en otros países, de larga tradición teatral, ser mujer era súper reconocido y valorado, y eso me hizo cambiar de perspectiva a la hora de trabajar.” Aunque sabemos que, independiente de ser valoradas como profesionales, lamentablemente nos toca pasar por situaciones que están directamente asociadas a ser mujeres y disidencias.
Sobre esto, una compañera comenta: “Para mi es esencial el bienestar en el trabajo, que estén las condiciones para hacer un buen trabajo y también las condiciones para que nos sintamos bien, que haya comida, agua. (...) No me interesa ser “superwoman”, me interesa cuidar mi cuerpo. (...) Y ya no me da miedo poner límites, y cuando estoy a cargo, decir “aquí mando yo.”
Me parece que la mayoría de quienes trabajamos en iluminación en Chile entendemos el contexto económico y sociocultural que rodea estas problemáticas. Que haya pocas iluminadoras es un asunto que va más allá. Independiente de las razones, sin duda es importante que haya mujeres y disidencias dentro y fuera del escenario. Sobre todo, en los cargos altos que impliquen la toma de decisiones fundamentales para el medio.
4— TE MIRAN COMO AY, QUÉ TIERNA, AYUDÉMOSLA A QUE JUEGUE.
La relación con las consolas es una de las particularidades que tiene el oficio. En la infancia, a las niñas no se les suele fomentar el uso de la tecnología en general. Aunque es algo que ha ido cambiando, las palabras computación, innovación tecnológica, softwares, interfaces, son culturalmente asociadas al imaginario masculino. “Al principio me costaba mucho que me tomaran en serio, en general recibía buen trato pero con un tono un poco condescendiente, como de “ay, qué tierna, ayudémosla a que juegue”.
La sensación es “ser mujer y disidencia me ha sumado el peso de tener que demostrar todo el tiempo que soy capaz de estar en la consola de luces.” Coincidimos en que hay un desgaste en aclarar constantemente que sabemos usar una consola, y sobre todo al tener que explicarlo de una manera amable para que no despierte sensibilidades o roces.
“Eso (tener que demostrar constantemente) me volvió mucho mas exigente conmigo misma y por lo mismo, hoy me es difícil sentirme 100% conforme con los shows que opero, lo que a la larga me ha sumado un poco inseguridad.” Si no hay acceso al uso de una consola en el día a día o a cursos especializados, la seguridad en los propios conocimientos es un más difícil de conseguir. Esto es para cualquier persona en el rubro, no solo para las mujeres o disidencias.
Teniendo un tiempo de montaje y programación acotado –en teatro el promedio son 2 o 3 días—, a veces extremadamente acotado –en conciertos pequeños o medianos lo común es de 4 a 6 horas—, la sensación de presión puede ser muy alta.
En la experiencia de las 11 iluminadoras entrevistadas está la sensación de trabajar en un estado de alerta, en el que hay que procurar validarse y evitar equivocarse a toda costa. “(Existe) la sensación constante de que me están poniendo a prueba o evaluando, entonces cada equivocación pesa mucho más que la de un compañero, por ejemplo.”
En el caso de algunas ocurrió solo al principio, para otras aún permanece: “Me han sacado de staff en los que llevaba tiempo trabajando sin siquiera avisarme o notificarme el motivo, y a mis compañeros en el mismo contexto les dan al menos la chance de tener una reunión y conversarlo. “
Personalmente, jamás voy a olvidar la vez que me equivoqué en uno de los teatros más grandes en los que he estado. La experiencia me confirmó que bastaba con tropezarme para escuchar algo que venía sintiendo en la actitud de mis colegas, que era una niñita que no sabe nada. Tuve que escucharlo una vez para dejar de decírmelo yo.
5 – VER LAS SOMBRAS ALARGARSE DESDE ARRIBA MIENTRAS ENFOCAS
De todas maneras, parece ser que el paso del tiempo solo ha traído cosas buenas para la participación de las mujeres y disidencias en el oficio de la iluminación escénica. Existe en la mayoría de las colegas entrevistadas la sensación de que cada vez somos más en los espacios de trabajo, en las compañías, en los montajes de eventos.
La última pregunta de la entrevista tuvo que ver con qué es lo que más le gusta a las iluminadoras sobre su trabajo. Más de una se refirió al gusto por ser parte de un equipo y sentirse un aporte: “Poder resolver rápido, ser clara concreta y solucionar problemas. Ser parte de un engranaje para que resulte el total de la obra.”
Pienso en lo que me hizo elegir este oficio en un inicio, poder involucrarme e interconectar la visualidad y la musicalidad de las cosas. “Interactuar con la electricidad y comprender los diversos flujos luminicos, las temperaturas de color, la narrativa de la luz”, parafraseando a una de mis compañeras. No hay suficientes palabras para describirlo, porque tiene que ver directamente con la percepción subjetiva, las emociones, sensaciones y energías que no podemos ver.
Para mí, se materializa, sin duda, en operar luces en vivo. El confluir de disciplinas en un momento que es único. Materializar la música en movimientos de luz, sentir la emoción del público y la conexión de los artistas con lo que están haciendo. ”Hago el trabajo para l@s artistas y el público, más que para mi.”
“Es un oficio que me ha ayudado mucho a afinar la confianza en mi misma. Me desafía constantemente, porque los proyectos son todos diferentes y cada uno te va enseñando algo. (...) Sin querer, una encuentra maneras y formas nuevas de iluminar que te sorprenden.” Esto me hace pensar en que es una suerte poder relacionarse con la labor desde lugares que inspiran.
A propósito de esta última pregunta de las entrevistas, aparecen también problemáticas propias de la era hiper-productiva en la que se desarrolla hoy el rubro de la iluminación: “Cuando aprendí a trabajar en iluminación de escenarios como técnica o diseñadora, me pasaba todo el día arriba de escaleras o puentes, poniendo filtros, viendo las sombras alargarse desde arriba mientras enfocaba (...) Desde hace un tiempo eso se ha ido perdiendo, todo se volvió un poco automático, los tiempos se acotan al máximo y los equipos son cada vez más pequeños. (...) Ahora me paso la mayor parte del día programando, y hay un montón de belleza en ello. (...) Hemos ganado mucho en varios aspectos, pero (...) a veces echo de menos eso que no se piensa y sólo se siente de tu oficio, lo que te enamora, lo que te hace quedarte y aprender, superar momentos de inestabilidad y crisis cuando vives de él.”
Este oficio, como todos, tiene desafíos que hacen que varias nos replanteemos continuar: “Yo en este momento no puedo parar la olla solo con la iluminación. Tengo 2 hijos. Siempre pituteo, hago distintas cosas, hasta que me puedo afirmar y hay una temporada buena, y así voy. En general lo veo en los trabajos de artes escénicas con la poca regularización que hay. Es difícil, ha sido difícil.”
Una compañera comenta, a propósito del trabajo con mujeres y disidencias, que “(...) desde lo emocional, es hermoso que haya compañeras en espacios tan masculinizados, tan vinculados a la fuerza, por ejemplo. Para mi (el oficio) está más vinculado al cerebro y la inteligencia, que son cosas que todas las personas tenemos.” Independiente del género con el que nos identifiquemos.
Frente a un mundo que valora la razón por sobre la intuición, la luz se vuelve necesaria como medio de expresión visual, musical y emotivo. Es un lenguaje en sí mismo y creo que es parte de nuestra labor como iluminadoras intencionarla, hacerla explícita y narrativa, darle el espacio que requiere, con autoría. Para que cada vez más hayan más mujeres y disidencias transmitiendo sus visiones de mundo en formatos sensibles.
Agradecimientos para las amistades que me prestaron su ojo para la escritura de este texto, y principalmente a las 11 iluminadoras que generosamente dieron su testimonio.
Reseña de autora:
Laura Zavala Suárez (ella/la) es Diseñadora Teatral de la Universidad de Chile, dibujante y música, con estudios en dirección de arte en la escuela EICTV, Cuba. Ha sido docente de Diseño Integral en la carrera de Danza UDLA. Trabaja principalmente como diseñadora integral e iluminadora en proyectos escénicos diversos, que abarcan teatro, performance, danza y música en vivo. Actualmente está dedicada a su proyecto personal de ilustración, a tocar música, y la iluminación. Recientemente hizo el diseño de luces para el show de Chini.png en GAM, y próximamente estará a cargo del diseño integral del proyecto escénico Maneras de Sentir, a estrenarse en espacio La Vitrina (Octubre 2024).
RRSS: @regarunaplanta / www.behance.net/laura-zavala
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2 comentarios
Muy bueno el artículo, felicitaciones. Gracias por visibilizar el oficio desde la perspectiva de mujeres y disidencias.
Excelente artículo, y felicito q creen el espacio para gente joven asiciada a las artes