Los últimos 5 años me he dado el gusto de estar dedicado a la masterización. Luego de más de 20 años dedicándome a la música, ya sea en mis propios proyectos o con los de otros artistas, ha sido un camino de experiencia tras experiencia que me ha permitido seguir aprendiendo día a día desde diferentes ángulos, tanto desde la interpretación de instrumentos, show en vivo, grabación de estudio, producción musical, mezcla, masterización, como también desde el management, emprendimiento y desarrollo artístico de proyectos musicales.
Toda mi vida profesional he amado conectar con la música desde una visión en 360 grados, lo cual ha sido una ventaja para mí al momento de masterizar, pero hay algo fundamental en nuestra identidad que hemos desarrollado desde nuestra inconsciencia; el cómo desde pequeños todos escuchamos y vamos reconociendo lenguajes musicales y sonoros, e incluso como ciertos sonidos o melodías quedan grabadas en nuestra mente, como si fuera un aroma que te recuerda momentos exactos de tu vida. Para mí, la suma de las experiencias y el camino que he tomado, son los que han ido forjando mi relación con la música y el cómo la interpreto. Esta interpretación es vital al momento de masterizar; primero, desde la empatía conectando con la búsqueda que tiene el artista, el productor musical y el ingeniero de mezcla, como también desde mi criterio e interpretación artística con la cual puedo llegar a un resultado final conectado con todo lo que han escuchado mis oídos toda la vida, siempre buscando potenciar la identidad artística de lo que tuve la suerte de concluir desde la masterización.
Mi camino dedicado al mastering de estos 5 años han estado conectados con el mundo digital, pero siempre tratando los plugins como si fuesen una adquisición física y cara como lo era antes, dándoles el valor que merecen. Es realmente una suerte hoy en día tener la oportunidad de tener herramientas digitales que puedan imitar de forma tan cercana los procesadores que en algún momento ingenieros destacados del mundo diseñaron con tanta pulcritud. Me di el tiempo de probar muchos plugins en su momento y llegar a una selección acotada que estuviese alineada con mi identidad sonora, para luego conocer cada herramienta al revés y al derecho, trabajando desde la simplicidad del proceso. Cada paso que voy haciendo en el proceso de masterización debe aportar, aplicar o solucionar lo que quiero sumar o ajustar en cuanto a color, dinámica e imagen.
Analizo el nivel LUFS de la mezcla que me han entregado para masterizar. Para esto ocupo el plugin Youlean Loudness Meter, como también hay muchos recomendables como WLM Plus Loudness Meter, Nugen Audio VisLM, ADPTR AUDIO Metric AB, entre otros. Con el resultado entregado, llevo el nivel a -16 LUFS con el primer plugin de la cadena, un limitador. Este limitador solo busca levantar o bajar la señal, sin limitar, para llevarla a mi nivel ideal para trabajar, pero naturalmente como cada plugin y proceso suma un color, por lo que el plugin que ocupo va también en función de la búsqueda sonora. Mis preferidos; Universal Audio Sonnox Oxford Limiter v2, Universal Audio Chandler Zener Limiter y FabFilter Pro L2. Ojo que el “Style” del Pro L2 es predominante en el color y forma que responde.
Imagen estéreo
He visto muchas veces como, por defecto, al masterizar amplían la imagen estéreo. En mi caso, acá es donde mi criterio y la capacidad de fase determina que es lo que haré con la imagen estéreo. Cuando escuché por primera vez la mezcla, analicé y anoté si quiero ampliarla considerablemente, sutilmente, no aplicar nada, o incluso disminuir su imagen, siempre coherente a la propuesta musical. Todo debe tener su lugar, por lo que automáticamente al ampliar la imagen estéreo, estás cambiando niveles.
Lo primero es que al momento de controlar zonas de medios-bajos en el EQ, nos genera la sensación de mayor amplitud estéreo. Si esto no me es suficiente, incluyo en la cadena un Stereo Enhancer. En el seteo soy muy cuidadoso con respecto a cuánto es realmente lo que necesita, escuchando también con atención cómo afecta el color en sí, y cuanto espacio le da a cada elemento, incluso también preocupándome del nivel de salida para buscar el punto ideal para el siguiente proceso de la cadena, que en mi caso, es el compresor. Por supuesto que hay muchas opciones de plugins para esto, como el Nugen Audio Stereoizer, Waves S1 Imager o Izotope Ozone Imager, pero acá yo siempre voy con Universal Audio Precision K-Stereo Ambience Recovery (de Bob Katz).
Extras
Si bien con el proceso anteriormente descrito tengo la base para masterizar, siempre estoy atento a escuchar si efectivamente estoy llegando a donde quiero llegar. Algunas veces puedo sentir que la voz, la batería o el bajo se fueron para atrás o para adelante, y acá es donde caigo en el Izotope Ozone 9 Master Rebalance, plugin que me permite, incluso en esta etapa del proceso, bajar o subir el nivel de alguno de estos elementos. Recomiendo siempre ser muy sutil con este proceso ya que puede afectar considerablemente lo anteriormente realizado. En otros casos también busco cambios de color mas drásticos, acá es donde alguna veces sumo a mi cadena cintas como Universal Audio Studer A800 o Ampex ATR-102, o una eternidad de opciones con que se puede jugar. ¡Nunca hay que dejar de estar probando procesos no convencionales!
Si bien siempre hay cosas en común, nunca hay reglas inamovibles. El cómo abordamos una masterización es parte de un imaginario que todos vemos de forma diferente, lo que hace que cada ingeniero o participante de una cadena de producción musical proponga diversas visiones, cada una con su propia identidad. Para mí, los “tecnicismos” son herramientas valiosas, pero nuestros oídos y corazón son quienes hacen el verdadero trabajo.
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